
Nuestro mejor amigo, Kelvin
Montserrat Gómez | Estudio Sempiterno
There is no place like Home. ¡Es tan cierto! Nada mejor como sentirnos en casa y encontrar nuestro lugar de paz. Uno de los factores que ayuda, en una proporción muy alta, a tener nuestro hogar soñado, es la iluminación. Encontrar el tono de luz perfecto para cada espacio hará que cada rincón en nuestra casa tome vida y le saquemos el mejor provecho.
Una buena iluminación nos ayuda a ver con claridad, a desempeñar nuestras actividades de una mejor manera y a crear una sensación de seguridad y confort en los espacios. Además de tener un gran impacto en la estética y en la funcionalidad, la luz influye en nuestro estado de ánimo y bienestar. Ya sea que queramos relajarnos en casa, dormir bien o mejorar nuestra productividad, un buen diseño de iluminación es la clave.
Hace algunos años aprendí, de una gran persona, que solo se tiene que iluminar lo que queremos resaltar. Aunque parece obvio, desde aquel momento la iluminación se volvió mi eje central del diseño. Ahora pienso cada espacio, me imagino lo que quiero iluminar y con qué propósito lo hago.

Un espacio donde la luz es súper importante es la cocina. Instalar luces recesadas en todo el perímetro del cielo marcando los espacios de transición, poner lámparas colgantes en las áreas que son para disfrutar en familia, y si es posible, tener iluminación debajo de los muebles aéreos, son elementos ideales para disfrutar la cocina en su totalidad.
Esto nos da un ejemplo perfecto de que tener distintas opciones de iluminación en un solo espacio propicia las actividades que desarrollaremos en él.

La mayoría de los diseñadores podemos coincidir en que se necesita más de una fuente de luz en un ambiente. Aunque lo ideal para lograrlo requiere realizar cambios drásticos como poner un cielo raso, cambiar interruptores, escoger diferentes tipos de lámparas, entre otros, también podemos ser creativos y hacer mucho, con poco.
KELVIN, nuestro amigo, es la unidad de medida de la temperatura de color de la luz.
Cuando hablamos de luz cálida nos referimos a una temperatura de color entre 2,700 k a 3000 k (k es kelvin). A medida que vamos aumentando la temperatura de color, se van incorporando tonos azulados y esto le va dando un aspecto más frío a la iluminación.
Cuando compramos bombillos, además de que deben ser LED porque ahorran energía y duran más, posiblemente veremos algo así: luz cálida (2700k–3000k), luz neutral (3500k–4100k), luz blanca (5000k–6500k). Tenemos que asegurarnos de escoger la luz adecuada para nuestros espacios:
LUZ CÁLIDA. Como su nombre lo dice, añade calidez y cozy feeling al espacio. Es lo mejor para habitaciones, salas de estar, baños de visita, den; espacios donde pasamos gran cantidad de tiempo y donde queremos relajarnos. Tener luz blanca en una habitación podría ser el motivo por el cual no se descansa bien ni a la hora que se debería. Cambiarla a luz cálida te va a dar una sensación de descanso y tranquilidad.
LUZ NEUTRAL. Es la mejor para espacios donde requerimos enfocarnos. Ideal para cocinas, baños, lugares de trabajo, estacionamientos, depósitos, vanity (para maquillarse) y lavanderías.
LUZ BLANCA. Ideal para espacios donde necesitamos extra-atención al detalle o para mantenernos más activos. Es de uso común en hospitales, joyerias e industrias; sin embargo, se podría usar para ciertas áreas en la cocina.
En fin, la elaboración de un plan de iluminación siempre debe tener presente la atmósfera que se desea crear en cada espacio y para ello, tomar en cuenta a KELVIN, es el primer paso para cambiar nuestro hogar de una manera fácil y económica.